Fue el eslogan de la campaña publicitaria de Microsoft en 1994 en donde buscaba humanizar su comunicación al trazar una conexión entre la usabilidad de sus productos y el potencial laboral de su público.
Lo que subyace a la pregunta es una manera de desafiarte, de motivarte, dejando la sensación de que sos capaz de modificar y definir tus propios límites, objetivos, ambiciones y acciones.
Si bien todo empieza con una idea, la distancia entre la implementación y la ocurrencia es el compromiso asumido. ¿Hasta dónde querés llegar hoy?
Está en claro que siempre puede haber posibilidades de “fallar” al intentar algo, pero también existe la seguridad de no lograr nada si no se intenta. Donde hay beneficios, hay riesgos.
Ariel Arrieta dice, en su libro Aprender a Emprender, que tener visión es ser capaz de ver un poco más allá (¿Más allá de qué?) y eso que descubrimos debe despertar una dosis de entusiasmo. Ahora bien, el entusiasmo no va flotando por la calle y lo adquirimos o lo dejamos, sino que es intrínseco de cada persona. Y en esos días en donde el sentir no es tan intenso, ¿Cómo convivir con las responsabilidades asumidas y la falta de entusiasmo?
Posiblemente la respuesta a esa pregunta sea una de las más codiciadas entre las personas emprendedoras que se hallan en los primeros años de sus primeros proyectos. La receta también es digna de ser descubierta.
¿Hasta dónde querés llegar hoy?
Un poco me recuerda a la descripción de Viktor Frankl en su libro “El hombre en búsqueda del sentido” cuando cuenta algunas vivencias que tuvo en un campo de concentración. Una de ellas fue estar en fila, desnudos, esperando recibir alguna porción de comida, cuando notaba entre sus pares que a varios les faltaba las ganas de vivir; como si estuviesen apagados, decía.
También lo expresa Victor Kuppers en sus charlas al expresar que “hay personas que van como bombillas, encendidas y brillantes, y otras personas que van apagadas con el síndrome de <fff, tengo una reunión>”
La frase convicción poco razonable frente a evidencia insuficiente describe de manera acertada a quien emprende. Tan solo necesitamos una idea y convencimiento para dar el primer paso.
Llega un momento en tu vida en el que tenés mucho para ofrecer, ganas de crecer y el espacio que estás necesitando no aparece. He ahí, entonces, cuando lo creas.